Los candidatos a la alcaldía de Lima han hecho todo para que no debamos votar por ellos. Con sus campañas han demostrado que son el problema y no la solución para la ciudad. ¿Cómo votar por quienes prometen limpiar las calles pero las ensucian con sus panfletos? ¿Cómo votar por quienes aseguran que nos darán una ciudad tranquila pero que usan los cláxones de sus autos para llamar la atención? ¿Cómo votar por quienes dicen que solucionarán el problema del tránsito cuando lo interrumpen con sus partidarios marchando por pistas y veredas? ¿Cómo creerles que son buenos vecinos cuando sus mítines son las fiestas más sucias y ruidosas, con músicos en las plazas y fuegos artificiales? ¿Cómo confiar en que embellecerán la ciudad si lo primero que hacen en sembrar sus anuncios en la mayor cantidad de espacios posibles? ¿Cómo creer que son inteligentes cuando sus eslóganes muestran escasez de argumentos? ¿Cómo aceptar que son serios cuando aprovechan los medios de comunicación para hacer el ridículo creyendo que así serán populares? ¿Cómo creerles que apostarán por la educación y la cultura cuando prometen cerrar colegios y usan figuras de la farándula en sus spots de televisión? ¿Cómo apoyarlos si apenas llegan al poder contratan a sus amigos y copartidarios? ¿Cómo entregarles el presupuesto de la ciudad si no sabemos de dónde viene el dinero de sus campañas ni qué harán para devolverlo? ¿Cómo creer que sabrán gastarlo si utilizan su dinero para regalar calendarios, gorros, llaveros y pollo a la brasa? ¿Cómo creerles que actúan de forma desinteresada cuando están dispuestos a todo por llegar a un cargo del que dicen no querer nada? ¿Cómo creer que serán servidores públicos cuando sus partidos solo despiertan en época de elecciones? ¿Cómo creerles que tienen valores y principios si no cumplen sus promesas y en cada elección se presentan con una camiseta nueva? ¿Cómo creer que gobernarán para todos si no han sido capaces de ponerse de acuerdo para no presentar trece propuestas diferentes? Los candidatos han hecho todo para que debamos botarlos.